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maleza

La maleza se define como plantas o un grupo de plantas que crecen en lugares y momentos no deseados. Estas plantas indeseables compiten directamente con los cultivos por recursos como agua, luz y nutrientes, lo que dificulta su crecimiento y desarrollo. En la agricultura orgánica, la prevención es el principio básico para el manejo de la maleza. Un buen manejo de la maleza en la agricultura orgánica implica crear condiciones adversas tanto en términos de tiempo como de lugar para su desarrollo. La competencia de la maleza afecta de manera diferente a los cultivos a lo largo de su ciclo de vida, siendo más sensibles en las etapas iniciales. Cuando los cultivos compiten con la maleza, también se vuelven más vulnerables al ataque de plagas y enfermedades. Aunque el problema de la competencia es menos grave en etapas más avanzadas del cultivo, la maleza puede obstaculizar las tareas de labranza y cosecha. Por lo tanto, no se debe descuidar la maleza una vez que termine el período crítico de competencia. Las medidas de manejo de la maleza en la agricultura orgánica deben asegurar que los niveles de población de la maleza no afecten gravemente el rendimiento y la calidad de los cultivos.

Enfoque preventivo

Existen varias medidas preventivas que se pueden aplicar simultáneamente. La efectividad de cada medida dependerá en gran medida de las especies de maleza que se deseen controlar y de las condiciones climáticas. Sin embargo, algunas medidas son efectivas para un gran número de especies de maleza y se utilizan regularmente:

– Selección de cultivos y variedades: Los cultivos altos y con hojas grandes compiten mejor que los de hojas pequeñas y porte pequeño. También existen variedades vegetales que inhiben o reducen el crecimiento de las malezas, así como variedades que son más tolerantes a esta competencia.

– Reducción del banco de semillas de maleza: Es importante controlar las malezas antes de que produzcan semillas, esto reduce la presencia de malezas en los siguientes ciclos de cultivo. Además, se debe controlar la maleza incluso en períodos en los que no se está cultivando el terreno. Cultivos de ciclo corto, como la lechuga, pueden ayudar en la rotación de cultivos, ya que reduce la capacidad de las malezas para madurar y producir semillas.

– Rotación de cultivos: Cambiar las condiciones para cada cultivo interrumpe las condiciones ideales para la propagación de malezas del ciclo anterior, lo que inhibe su crecimiento, desarrollo y dispersión.

– Cultivos intercalados: Consiste en sembrar cultivos entre las líneas del cultivo principal, de manera que cubran rápidamente el suelo y actúen como una barrera que impide el desarrollo de malezas al bloquear la entrada de luz. En México, es común usar el sistema de maíz con frijol, donde el frijol cubre los espacios entre las líneas de maíz.

– Época y densidad de siembra: Se puede reducir la presión de las malezas durante el período crítico simplemente modificando la época de siembra. Además, el uso de plántulas puede otorgar una ventaja al cultivo, ya que su crecimiento es mayor que el de las malezas y, con el cuidado adecuado, pueden desarrollar rápidamente un dosel completo. Asimismo, se puede aumentar la densidad de siembra cuando se espera una alta presión de malezas, siempre y cuando se conozcan el tipo de malezas y la época en la que aparecen.

– Mulching o acolchado: Se trata de una barrera física hecha de materiales orgánicos o inorgánicos, como plástico. Esta capa impide que las malezas germinen al bloquear la entrada de luz y, en caso de germinar, les dificulta emerger a través de la capa. Las películas plásticas utilizadas suelen ser de color negro para bloquear la luz. Se recomienda utilizar materiales secos, duros y de descomposición lenta para el mulching, ya que son más efectivos que los materiales tiernos y frescos.

Cultivos de cobertura. Su objetivo principal es competir directamente con las malas hierbas, especialmente por agua, luz y nutrientes. De esta manera, se impide el crecimiento de las malas hierbas.

Fertilización adecuada. Aunque no se valora lo suficiente, es una medida eficaz para el control de malas hierbas. Aplicada en el momento, cantidad y lugar adecuados, permite que los cultivos eviten la competencia con las malas hierbas.

Figura 2. El uso de acolchado plástico permite controlar la aparición de malas hierbas al bloquear la entrada de luz y evitar su germinación.

Sistemas de labranza. La labranza cero ayuda a reducir la presión de las malas hierbas, ya que combina una especie de mantillo con los restos de la cosecha, lo que impide el crecimiento de estas plantas no deseadas. Por otro lado, la labranza mínima o convencional puede favorecer el desarrollo de un mayor número de malas hierbas al mover semillas desde una mayor profundidad hacia la superficie, donde encuentran condiciones favorables para germinar. Sin embargo, si se eliminan las malas hierbas emergidas antes de la siembra en la labranza mínima o convencional, se reducirá la presión de malas hierbas durante el ciclo de cultivo.

Control sanitario. Se refiere a medidas que evitan la propagación de malas hierbas dentro de los campos de cultivo. Para ello, es necesario mantener limpios los implementos agrícolas y las herramientas, y evitar que los animales arrastren semillas al terreno (perros, ganado, aves, entre otros).

Germinación de malas hierbas. Esta estrategia consiste en regar o aprovechar la humedad de las lluvias para favorecer la germinación de las semillas de las malas hierbas poco antes de la siembra o trasplante de los cultivos. Las plantas emergidas pueden ser eliminadas mediante el uso de un rastrillo. Es importante realizar esta germinación lo más cercana posible a la fecha de siembra o trasplante para asegurar que los cambios en las condiciones ambientales no permitan un cambio en el espectro de malas hierbas en el campo.

Riego por goteo enterrado. El uso de cintas de goteo enterradas bajo el suelo proporciona humedad al cultivo y reduce la disponibilidad de agua para las semillas y raíces de las malas hierbas que se encuentran más cerca de la superficie del suelo. El manejo de la humedad bajo este sistema proporciona un control significativo sobre las malas hierbas durante las épocas sin precipitaciones.

Control mecánico

Este método de control es ampliamente utilizado en la producción orgánica. El control mecánico es una opción válida cuando las medidas preventivas no logran controlar las malas hierbas, especialmente durante el período crítico.

Escardas. Es eficaz contra casi todas las malas hierbas que compiten con los cultivos. Debe realizarse de manera dirigida y precisa en las áreas donde crecen las malas hierbas, evitando alterar los cultivos. Las escardas superficiales son más efectivas, ya que evitan que las semillas de malas hierbas salgan a la superficie. El momento para realizarlas dependerá de la velocidad de crecimiento de las malas hierbas.

Eliminación de malezas. Implica la utilización de maquinaria (desbrozadora) o herramientas para cortar las malezas, sin afectar la estructura del suelo.

Retiro manual de hierbas. Este método requiere de una gran cantidad de mano de obra y generalmente se utiliza como último recurso debido a su elevado costo. La eficacia del control se incrementa mediante el uso de herramientas adecuadas. Además, es más sencillo eliminar las malezas cuando están en etapas tempranas de crecimiento.

Figura 3. La escarda es una opción favorable para el control de malezas en la agricultura orgánica.

Control físico

Uso de calor. Consiste en calentar las plantas con una llama, a temperaturas superiores a los 100 ºC, para secar y eliminar las malezas. Este método es efectivo para controlar la parte aérea de las malezas, pero no afecta las raíces. Es costoso debido al equipo necesario y al consumo de gas como combustible. Se debe utilizar en cultivos con una altura de más de 50 cm y en cultivos hortícolas antes de la emergencia o el trasplante. Se deben evitar condiciones de vientos fuertes.

Solarización. Se basa en colocar una película plástica transparente sobre el suelo húmedo, aprovechando la radiación solar para incrementar significativamente la temperatura y destruir la capacidad de germinación de las semillas de malezas presentes en el suelo. Se realiza durante la época del año con mayor radiación solar.

Pastoreo. Esta alternativa se utiliza principalmente en cultivos frutales, donde los animales, como ovinos y bovinos, no dañan los árboles adultos. Consiste en permitir que un rebaño controlado se alimente de las malezas que crecen entre las plantas.

Productos con propiedades herbicidas

En los últimos años, se ha incrementado el uso de productos herbicidas en la agricultura orgánica. Estos productos están formulados a base de aceites vegetales, harina de gluten de maíz, ácidos, etc.

Figura 4. La solarización destruye la capacidad de germinación de las semillas de malezas.

Los productos utilizados para el control de malezas en la agricultura orgánica incluyen una variedad de sustancias, como aceites vegetales, productos grasos, ácido acético (conocido también como vinagre) y materiales biológicos. Estos productos actúan de manera no selectiva, es decir, afectan tanto a las malezas como a otros vegetales. Por ejemplo, la harina de gluten de maíz impide el crecimiento de las raíces y evita la germinación de las semillas de las malezas cuando se aplica antes de que estas emerjan. El ácido acético, por su parte, actúa por contacto y no deja residuos en las malezas. Por otro lado, los jabones se utilizan para controlar el musgo y las algas. Para lograr un control selectivo de las malezas, es necesario considerar el momento de aplicación y las características químicas toleradas tanto por los cultivos como por las malezas. Además, es importante garantizar una buena cobertura de los productos y, en algunos casos, emplear coadyuvantes autorizados, como los derivados de resinas de pino o yuca.

La implementación de estas diversas prácticas permite a los productores minimizar el impacto de las malezas en los sistemas de producción orgánicos y, con el tiempo, reducir los costos asociados al control de estas plantas indeseables.

Referencias:

  • Scialabba, N. 2015. Manual de Capacitación para la Agricultura Orgánica. FAO. 104 p.
  • Curran, W. 2017. Manejo de Malezas en Sistemas de Cultivo Orgánico. Universidad del Estado de Pennsylvania. EE. UU. 4 p.
  • McErlich, A. F.; Boydston, R. A. 2014. Estado Actual del Manejo de Malezas en Sistemas de Cultivo Orgánico y Convencional. En S.L. Young y F.J. Pierce (Eds.). Automatización: El Futuro del Control de Malezas en Sistemas de Cultivo. Springer, Dordrecht. 11-32 p.
  • Smith, R.; Lanini, W. T.; Gaskell, M.; Mitchell, J.; Koike, S. T.; Fouche, C. 2000. Manejo de Malezas en Cultivos Orgánicos. Universidad de California. EE. UU. 4 p.

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